Para que un adaptógeno funcione, necesita ciertas condiciones específicas.
Dosis terapéuticas, uso prolongado, calidad farmacéutica y, sobre todo, el contexto adecuado.
Uno de los temas más hablados y, al mismo tiempo, de los más confusosen la herbolaria: los adaptógenos. En los últimos años han crecido en popularidad, y ya hay cada mafufada adaptogénica en todos lados: en lattes, gomitas, sueros faciales… Y yo pienso: “¡Basta! ¿Alguien de ustedes se ha informado bien cómo funciona esto antes de ponerlo en TODO?”
Miren, yo amo a los adaptógenos, pero cuando están bien usados.
—¿El problema? Su popularidad voló... y con ella llegó la confusión.
Consumidores, influencers e incluso marcas creen que cualquier hierba relajante es adaptógena, y que con echarte un poquito aquí y allá es suficiente.
Spoiler: No todas las hierbas son adaptogénicas.
Y los adaptógenos no son la solución mágica al estrés o a los desequilibrios hormonales, como muchos creen.
En este artículo toco los siguientes temas:
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Un poco de historia
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Qué son los adaptógenos
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Cómo se usan y para quién son
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La realidad de los productos culinarios y cosméticos con adaptógenos
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Conclusión
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Material sorpresa
1. Un poco de historia
Si te digo "adaptógenos", probablemente lo primero que imaginas es un latte rosa con polvo de ashwagandha en algún café hipster o en una cuenta wellness de Instagram, ¿cierto?
Pero la verdadera historia detrás de estas plantas está bastante alejada del glamour contemporáneo. De hecho, es mucho más soviética de lo que podrías imaginar.
Corría la Guerra Fría, en los años 50. El ejército soviético buscaba desesperadamente una forma de mantener a sus soldados, atletas olímpicos y cosmonautas en condiciones físicas y mentales extremas sin colapsar.
Era una época de competencia brutal entre potencias mundiales, y cualquier ventaja era bienvenida.
Aquí entra en escena el Dr. Nikolai Lazarev, un reconocido toxicólogo soviético al que se le asignó una tarea poco común: encontrar sustancias naturales capaces de aumentar la resistencia general al estrés sin efectos secundarios negativos.
¿La idea? Soldados más fuertes, cosmonautas más resistentes y atletas imbatibles. No era precisamente un proyecto "wellness", era una cuestión de estrategia nacional.
De esa investigación nacen oficialmente los adaptógenos: plantas, raíces y hongos con una capacidad extraordinaria para fortalecer la resistencia al estrés.
Nada de matcha latte, ni cremas faciales o smoothies fancy. Solo medicina botánica, estudiada seriamente bajo estándares estrictos.
Y sí, aunque hoy los vemos como un ingrediente trendy, todo empezó en laboratorios soviéticos, con raíces robustas y científicos obsesionados con el rendimiento humano bajo presión extrema.
¿Qué pasa?
Personas con ansiedad toman rhodiola y se ponen peor.
Alguien con una condición autoinmune toma ashwagandha y se activan los anticuerpos.Porque sí, estas plantas son maravillosas, pero no funcionan igual para todos, ni sirven para sostener un estilo de vida incendiado.
No son pastillas mágicas. Tomarlas un día es como comer ensalada un martes y esperar tener six-pack el jueves.
2. ¿Qué es un adaptógeno?
Un adaptógeno es “una sustancia que ayuda a un organismo vivo a adaptarse al estrés ambiental, físico o psicológico”.Para que una sustancia sea considerada adaptógena, debe cumplir con tres requisitos clave:
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Ser segura y no tóxica, sin causar efectos secundarios importantes cuando se toma en dosis adecuadas.
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Tener efectos no específicos y actuar de forma normalizadora sobre el cuerpo, especialmente en el eje HPA (hipotálamo-pituitaria-adrenal) y el sistema nervioso simpático, ayudando a contrarrestar los efectos negativos del estrés como la disfunción mitocondrial inducida por el cortisol.
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Tener un efecto bidireccional y regulador. Es decir, no estimulan ni relajan como tal, sino que ajustan al cuerpo según lo que necesita.
Este último punto es clave: los adaptógenos funcionan como un termostato interno. Suben o bajan lo necesario para devolver al cuerpo a su equilibrio. No son estimulantes ni sedantes, buscan que estemos en nuestra mejor versión normal.
Por eso, la ashwagandha puede ayudar a bajar el cortisol si está elevado, pero no lo baja si ya está en niveles normales.
Otro mito que hay que aclarar:
El término adaptógeno no es sinónimo de “hierba”.
Hay más de 30,000 plantas medicinales en el mundo: cúrcuma, pasiflora, manzanilla, café, menta, cacao… y muchos hongos como el chaga o el cola de pavo. Pero no todas son adaptógenas.
Los adaptógenos reales son solo nueve que han sido profundamente estudiados y cumplen con todos los requisitos anteriores. Se dividen en dos grupos:
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Energizantes
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Relajantes
También existe un grupo de adaptógenos secundarios, que cumplen parcialmente con los criterios y tienen efectos similares, pero aún no han sido tan profundamente estudiados.
3. Cómo se usan y para quién son
Aquí viene lo más importante:
Los adaptógenos no se toman como aspirina, café o matcha.
No funcionan de inmediato ni dan un subidón instantáneo de energía. Tomarlos una vez o solo “cuando te acuerdas” no sirve de mucho.
Son una medicina lenta, profunda y sostenida.
¿Cómo se deben tomar?
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Durante periodos prolongados (mínimo varias semanas o meses)
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En dosis terapéuticas adecuadas
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Idealmente, con guía profesional
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En contextos específicos: estrés crónico, ansiedad persistente, fatiga suprarrenal, inmunidad baja, desequilibrios hormonales leves relacionados con el estrés, etc.
No necesitas todos los adaptógenos.
Necesitas el correcto, en la dosis justa y en el momento indicado para tu cuerpo.
Ejemplos prácticos:
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Si tienes Hashimoto, hipertiroidismo o alguna condición tiroidea, y además sufres de estrés crónico, la ashwagandha puede sonar bien… pero puede desestabilizar más tu sistema endocrino.
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Si tienes fatiga crónica, apatía emocional, agotamiento profundo, un adaptógeno relajante como la ashwagandha puede no ayudarte, y más bien hundirte en más letargo.
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Si sufres de ansiedad, insomnio severo o sobrestimulación nerviosa, la rhodiola, que es energizante, puede empeorar la situación al incrementar tu nivel de activación.
Conclusión:
No todas las plantas son para todos los cuerpos.
Elegir conscientemente es parte esencial de la verdadera medicina herbal.
4. El mito de “una gomita y ya me curé”
Hoy en día los adaptógenos aparecen en todas partes: shampoos con maca, barras energéticas con reishi, bebidas saborizadas con ashwagandha, cremas faciales con rhodiola… Nos venden la promesa de calmar la ansiedad, balancear hormonas y dormir mejor con solo unas gotas o un bocado.
Pero la realidad es esta:
Para que un adaptógeno funcione, necesita ciertas condiciones específicas.
Dosis terapéuticas, uso prolongado, calidad farmacéutica y, sobre todo, el contexto adecuado.
Un shampoo con maca no va a equilibrar tus hormonas.
Una galleta con reishi no va a bajar tu ansiedad.
Tu latte ocasional con rhodiola no va a curar tu insomnio crónico.
¿Son malos estos productos? No necesariamente.
¿Son terapéuticos? Muy probablemente no.
Son adaptógenos decorativos, no adaptógenos terapéuticos.
Mi mejor consejo: No gastes tu dinero a lo tonto ni caigas víctima del hype.
5. Conclución
Aquí viene lo que de verdad quiero que te lleves de este texto:
Los adaptógenos son medicinas botánicas profundas y transformadoras, pero solo cuando se entienden, se respetan y se usan correctamente.
No son modas pasajeras. No son soluciones mágicas. No son ingredientes milagrosos para snacks o cremas.
La verdadera medicina adaptógena comienza con:
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Conocimiento: Saber qué planta sirve para tu condición específica
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Respeto: Reconocer el poder real de estas raíces y hongos
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Conciencia: Usarlas con criterio, en dosis correctas y en tiempos prolongados
No necesitas todos los adaptógenos.
Necesitas el adecuado para ti.
Sé responsable. Guíate con alguien que sepa.
Porque sí: hay mucha gente allá afuera recomendando estas plantas a lo loco, sin conciencia.
6. Material sorpresa
Escribí una guía completísima de adaptógenos, donde describo los 9 adaptógenos reales, algunos de los secundarios más populares, cómo funcionan en tu cuerpo a fondo, quién debe evitarlos, y mucha, mucha más información.
Para que dejes de tomar ashwagandha como si fuera perejil, solo porque “todo el mundo lo toma”.
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